miércoles, 8 de febrero de 2017

Crítica Shin-Godzilla de Hideaki Anno y Shinji Higuchi




Sin duda Godzilla es una de las creaciones más emblemáticas de Japón. Esta enorme criatura se dio a conocer en 1954 en Japón bajo el terror del Monstruo, de Ishirô Honda. Y a partir de ahí no ha dejado de estar presente en el imaginario colectivo a lo largo de las décadas gracias a las sucesivas películas de su saga, los crossovers que lo enfrentaban contra los otros monstruos gigantes del género Kaiju Eiga, las series animadas, el merchandasing... Pero tras la rocambolesca Godzilla Final Wars de 2004, la productora Toho decidió darle un descanso al Rey de los Monstruos. Al parecer, el segundo round cinematográfico por parte de los americanos tras el bochornoso intento de Roland Emmerich (El Día de Mañana, Independence Day: Contraataque) en 1998, fue el toque de atención necesario para volver a despertar a la bestia. Y el resultado ha sido Shin-Godzilla.




La película nos traslada al Japón actual, donde una criatura que emerge del mar pone en jaque a las altas esferas del gobierno nipón al tratar de hacer frente a esta titánica amenaza.

Está claro que no serán pocas las cejas que se levanten cuando pasen unos cuantos minutos de metraje y descubran que la película transcurre más en mesas de reuniones, pasillos y despachos que en las calles que arrasa el bicharraco. Y es que resulta harto interesante el enfoque elegido por Hideaki Anno (firma el guión) para este lavado de cara. Ni un grupo de supervivientes anónimos ni un batallón de soldados. Aquí los protagonistas son los ministros, funcionarios y jefes de estado del Gobierno Japonés. ¿Y esto no se traduce en una película aburrida y en un enfoque innecesario teniendo en cuenta que estamos ante un film sobre monstruos gigantes? Pues para nada. Uno acaba sorprendiéndose al comprobar como la toma de decisiones es tan emocionante como la respuesta bélica del tramo final.




Las escenas se suceden bastante rápido y, en ocasiones, de forma algo abrupta. Pero el ritmo no decae en ningún momento.

La película maneja un concurrido plantel de personajes. Aunque uno no acaba por poder conectar con ninguno de ellos (ni con quien se supone que es la pareja protagonista). Hasta en la versión de Gareth Edwards uno termina por preocuparse algo por el personaje de Aaron Taylor-Johnson (Kick-Ass, Los Vengadores: La Era de Ultron) y su familia.




Cierto que en la dirección nos encontramos también con Shinji Higuchi (director de los live actions de Attack on Titan), pero se puede sentir más la mano de Hideaki Anno, el creador de la magistral Evangelion. Tanto, que no se corta ni un pelo a la hora de reutilizar el conocido tema Decisive Battle a lo largo del metraje (pero atentos, que la BSO del Godzilla original también está presente). 

También se puede notar en cómo ha representado al lagarto gigante. Ya no solo por la ocurrencia inicial que hará que muchos se pregunten si no se habrán equivocado de película, a lo largo de la película este Godzilla se va revelando cada vez más y más inquietante y aterrador. 

Hablando claro, desde un principio el diseño me desagradó bastante. Y una vez visto (y asimilado que estamos ante el Godzilla más gigante) mi opinión no ha cambiado... Cola de acomplejado a parte, tampoco ayuda a que los efectos especiales varíen bastante de calidad (aunque no sé si en más de una ocasión no está hecho a propósito para terminar de ser del todo respetuosa con el film primigenio) y que haga gala de una completa falta de personalidad. Aunque esto último hace que se le tome más en serio como amenaza.




La película no deja de querer demostrar ser una reinvención del clásico de Honda. Tanto es así que si la película original nacía como respuesta crítica al horror atómico de las bombas de Hiroshima y Nagasaki. En Shin Godzilla no es nada complicado encontrar los paralelismos con el reciente desastre de la Central Nuclear de Fukushima. Siendo el mayor ejemplo la última y desesperada jugada para detener la destrucción del monstruo gigante (con revelador discurso incluido). 

Desconozco si Toho tiene intención de continuar sacando películas de Godzilla a partir de esta (desde luego Anno deja la puerta BIEN abierta con ese inquietante cliffhanger), pero de momento han cumplido con creces a la hora de actualizar este clásico del cine nipón.




Lo Mejor: Que una película de Godzilla de gran componente político no aburra en ningún momento.

Lo Peor: El rediseño sigue sin terminar de convencer del todo. El interesante enfoque de la cinta puede descontentar a más de uno.




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